Víctor Amela entrevista a Irving Finkel.
Tengo 67 años. Soy de Londres. Soy
filólogo, asiriólogo y conservador de la sección mesopotámica del Museo
Británico. Estoy casado muy felizmente con Joana, ¡muy felizmente! Tengo cinco
hijos (entre los 30 y los 9 años) y un nieto. ¿Política? ¡Yo milito en la
desesperación! Soy ateo
Festival Dau
El profesor
Finkel tiene el aspecto idóneo para custodiar el Museo Británico, ser
asiriólogo y descifrar tablillas cuneiformes. Coherencia pura, y pura pasión:
me cuenta que los ingleses están alelados y calladitos, y se golpea el pecho:
“¡Yo tengo sangre en las venas, tengo pasión!”,y alude a sus ancestros judeo
orientales. Le pregunto por su rincón favorito en el Museo Británico: “Una
escalerita muy pequeña y escondida, en la que vi por primera vez a mi mujer,
Joana, que trabaja ahí”. Y ella, a su lado, sonríe. El VII Festival Dau Barcelona
(Festival del Joc) premia este sábado y domingo (Fabra&Coats, abierto al
público) a Finkel por resucitar el juego más antiguo del mundo.
¿Se ha mojado? Llueve más en
Barcelona que en Londres...
Mi país está perdiendo hasta la
lluvia, está perdiéndolo todo...
¿Por qué lo dice?
¡El Brexit es un error y una
catástrofe! No entiendo a mis compatriotas...
¿Y no pueden evitarlo?
¿Quién? ¿Cómo?
¿Qué más están perdiendo?
Nuestro sistema educativo se va al
traste. ¡Y la educación es la mayor riqueza de un país!
¿Cómo se educó usted?
Mi madre era profesora, nos alentó a
leer novelas de aventuras desde muy niños, yo era el mayor de cinco hermanos...
¿Tengo que imaginar al pequeño
Irving leyendo?
Imagíneme tan feliz como un sol
radiante.
¿Por qué?
Porque mis padres estaban muy
enamorados, jamás oí una discusión ni un mal grito en casa, nunca les oí hablar
de dinero... y nos querían y cuidaban. ¿Puede pedirse más?
¿Puede?
Yo no puedo. Desde niño, todo en mi
vida ha venido maravillosamente rodado.
Qué raro escuchar a alguien hablar
así...
De niño, a menudo me llevaban de
visita al Museo Británico, y aquello me fascinaba. Me dije: “De mayor quiero
trabajar aquí”.
Y lo consiguió.
¡Consigo todo lo que me gusta!
¿De qué se ocupa en el Museo
Británico?
De la sección sumeria, mesopotámica,
babilónica, asiria. ¡Cuántas maravillas! He descifrado muchas de las 130.000
tablillas de barro con escritura cuneiforme que allí hay.
¿Qué escritura es esa?
¡La primera escritura conocida de la
humanidad! Tenemos tablillas de hace 5.500 años.
¿Por qué se llama cuneiforme?
Sobre la tablilla de arcilla blanda
practicaban incisiones con un palito de madera, a modo de cuña: por eso es
cuneiforme.
¿Dónde estaban todas esas tablillas?
En lo que hoy es Irak, la gran
mayoría, y aparecieron en excavaciones durante los años veinte en la ciudad de
Ur, urbe que duró mil años y que fue capital de un imperio.
¿Y qué nos cuentan los escritos de
esas tablillas de barro?
Al principio eran registros
burocráticos, contabilidades, y pronto hubo contratos, cartas... y cuentos:
relatos de todo tipo, cantos, poemas, historias..., ¡literatura!
Debe de ser emocionante
traducirlas...
Es el primer registro escrito de la
humanidad, ahí está por primera vez fijado lo que somos: humanos. ¡Nada ha sido
más determinante que la escritura en nuestro devenir!
Hombre, hemos viajado a la Luna...
¡Bah! Eso es un pasito ridículo
comparado con la escritura. Por eso antes de la escritura hablamos de...
prehistoria: ¡la escritura engendró la historia! Somos animales históricos
desde la escritura cuneiforme.
¿Cómo llegó usted a ser traductor de
tablillas cuneiformes?
Desde niño me fascinaba el Egipto
faraónico, y yo quería ser egiptólogo. Pero el día en que me tocaba empezar mis
estudios... murió súbitamente el profesor de egiptología.
Vaya.
Y me colocaron provisionalmente en
las clases del profesor de asiriología... ¡y ese mundo me atrapó! Y ya me
quedé.
Era una conspiración de su
destino...
A veces lo pienso, sí.
Y eso que se declara ateo...
Soy de familia judeopolaca y a los
once años supe lo del Holocausto... y eso demuestra sin duda la inexistencia de
Dios, a mi juicio.
De todas las tablillas que ha
traducido, ¿cuál es su predilecta?
Una cuenta que hubo un diluvio y una
inundación, y que un hombre llamado Atram-hasis (traducible por sabio) se salvó
con sus animales construyendo un arca de madera.
¡Noé!
¡Pero 2.000 años antes que Noé! Los
poetas de la Biblia copiaron esta historia. En la tablilla asiria, el arca
embarranca en el monte Urartu... que se convertirá en Ararat.
Cuénteme otra tablilla.
Hay una que sólo hemos comprendido
al juntarla a este tablero, del año 2.500 a.C.
¿Qué es este tablero?
Llevo conmigo una copia del original
que apareció en una tumba real en Ur, hecho de maderas nobles taraceadas con
piezas de lapislázuli, cornalina, concha...
Por los cuadros, parece un
miniajedrez.
¡Es el primer juego de mesa de la
humanidad! Jauría, se llamaba: se jugaba con dados piramidales, y las fichas se
persiguen, se cazan, avanzan... hasta la meta. Se jugó de Mesopotamia a Egipto.
Lo jugó Tutankhamon. He conseguido saber cómo se juega, gracias a la tablilla:
son las instrucciones de juego.
¿Ha jugado?
Sí. Y todo el que juega, disfruta: hasta
la última tirada puedes ganar... o perder. Y si pierdes.., te enfureces: ¡el
juego funciona, pues! Escribir y jugar nos ha hecho humanos.
¿Es usted bueno jugando a este
juego?
Lo soy. ¡Suelo ganar! Ganar este juego es
excitante, y por eso se jugó durante miles de años, hasta que llego el
backgammon y lo desbancó, por una superior combinación de suerte y estrategia.
¡Te reto a una partida!
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